Sexo y pareja: Vivir de a dos… y vencer la rutina

Sexo y pareja: Vivir de a dos... y vencer la rutina

Mantener una pareja consolidada, se sabe, es una tarea que lleva trabajo, esfuerzo y dedicación todos los días. Pero también es un espacio de contención, de placer y de felicidad; y la base de una vida sexual que, se cree, es activa y segura. Pero ¿qué pasa cuando la rutina atenta contra esos encuentros? Y además, ¿cómo repercute no querer tener hijos en la práctica sexual (y social) de ese vínculo? Las tendencias indican que, cada vez más, la decisión de no concebir se toma de a dos. Algunas claves para entender y aprovechar… y, de paso, ganarle al cansancio.

 

La vida diaria es ajetreada; el tiempo, escaso y pocos los espacios para la diversión y el relax de a dos. Este parece ser el mantra que repiten sin cesar muchísimas parejas consolidadas que, sin duda, tienen una vida sexual muy activa en su deseo, su imaginación y su recuerdo, pero poco en la práctica.

La fórmula para solucionarlo también se repite como una frase hecha: darse espacios e incorporar hasta nuevos elementos –como juegos en la rutina sexual- parece fácil, pero no siempre se consiguen las condiciones para lograrlo. Por eso, muchas parejas se resienten. Para no llegar a ese punto, la clave termina siendo, claro, una buena comunicación.

Claro que la comunicación es, probablemente, uno los aspectos más sensibles en cualquier relación de pareja, especialmente en aquellas que se mantienen desde hace mucho tiempo y se sienten desgastadas. “Existen personas que pueden hablar respecto de su vida sexual con casi cualquier persona menos con su pareja”, dice Paula Vieyra, psicóloga especialista en terapias de pareja.

Aunque también se cuentan por miles aquellos que directamente no pueden hablar de la insatisfacción sexual con nadie, porque “socialmente, es difícil admitir que ya no es lo mismo estar con el otro y que, además, la rutina atenta contra algo que, se supone, es seguro y dado por hecho”, como una vida sexual activa, según la profesional.

Otro de los puntos que también podría influir sobre esa carencia es la sensación de que “los pedidos de tener un mejor sexo pueden verse como algo narcisista o egoísta. Sin embargo, muy por el contrario, cuando se puede hablar francamente de todo esto, también se podrá incentivar a la pareja para que le diga lo que ella también siente que está perdiendo”, agrega Vieyra, y afirma que aquellas parejas que sí pueden dialogar y pedir incorporar cosas nuevas a su rutina son las que logran superar con creces los dilemas.

Por eso, coinciden las profesionales:

La comunicación debe ser como un foro abierto, donde uno se preocupe por su relación, para de esta manera preocuparse por el bienestar de ambos.

El objetivo final, claro, es llegar a una relación más satisfactoria que incluya también el goce de la pareja.

Para la Dra. Cristina Tinelli, médica ginecóloga, con capacitación especial en Salud Sexual y Reproductiva, Esterilidad y Fertilidad, “el mensaje siempre es de optimismo ya que el hecho de que evidencien el problema no es poco. Y entenderlo como problema genera la posibilidad de hacer algo”, explica.

En las consultas, ya sea con un sexólogo, un ginecólogo o un psicólogo especialista en parejas, los miembros reciben diferentes caminos de resolución, “que se enfocan en lo emocional (Psicoterapia, charlas con la pareja, yoga) cuando se ha descartado algún problema físico. Recordemos que la sexualidad no es sólo genitalidad”, afirma la Dra. Tinelli.

Sin embargo, como las consultas son eminentemente femeninas, cada vez más se intenta incluir algún estimulante externo (Los juguetes sexuales, hoy más discretos y difundidos; o prácticas poco habituales para lo que la pareja acostumbra, como lugares diferentes o encuentros fugaces programados en medio de la jornada laboral, por ejemplo) como modo de solucionar eso que, a priori, pareciera no tener demasiada vuelta atrás.

Muchas mujeres se desesperan, porque se sienten en un laberinto del que les resulta difícil salir.

Grafica la licenciada Vieyra.

Las libertades individuales y las posibilidades de compartir juegan otro factor determinante en parejas de largo plazo: “Vivo con las hijas de mi marido, dos jóvenes de 26 y 19 años que no tienen ninguna intención de irse a vivir solas, y nuestros encuentros sexuales se hacen cada vez más complejos e incómodos”, se apena Luisa Vega, una espléndida rubia de 43 que no tiene ningún prurito en hablar de incorporar cosas nuevas.

Cuenta que probaron de todo, desde irse un fin de semana romántico a Mar del Plata hasta pasar la noche en un hotel alojamiento premium en la General Paz. También algunos juguetes. Sin embargo, sabe que es difícil que su marido deje en la puerta parte de lo que influye en ese desgaste sexual: las preocupaciones por los conflictos cotidianos y la natural tensión que produce una situación de convivencia de cuatro adultos activos.

La solución más reciente que adquirieron, de mutuo acuerdo, es ir una vez por semana a terapia de pareja. Amor y ganas es lo que les sobra. Y ésa, sin duda, es la mitad de la batalla. La otra se consigue con voluntad… y ganas de divertirse.

Hijos no, gracias. ¿Y qué?

Ivana Caccia (34) y Marcelo Rosemberg (34) viven juntos desde hace más de ocho años. Son profesionales, ambos se desempeñan dentro de sus respectivas carreras y tienen puestos de responsabilidad en sus empresas. Ganan bien, se van de vacaciones a lugares que les gustan (Brasil lidera, lejos, su ránking) y aman tener tiempo libre para salir a correr, pasear con su perro o, simplemente, leer todos los diarios del domingo.

Y no tienen hijos, una decisión que defienden contra capa y espada: “La que más palos se tiene que aguantar soy yo”, afirma Ivanna, que cuenta además que la decisión, simplemente, obedece a una falta de ganas de hacerse cargo de un niño y que, cree, un hijo cambiaría la armonía de pareja de la que tanto Marcelo como ella están tan orgullosos. No es un tema “de falta de responsabilidad”, asegura, aunque piensa que, si ése fuera el caso, tampoco está lista para ser madre, a pesar de que después de los 30 la brecha temporal se acorta.

A veces, confiesa, se sienten “los bichos raros”, pero la decisión es más fuerte y, por ahora, parece inapelable. La tendencia está tan extendida que hasta tiene un nombre: los DINKs (Double Income, No Kids, según sus siglas en inglés; o ‘dos sueldos, sin chicos’), y crece en todo el planeta.

Según la revista American Demographics, en Estados Unidos 1 de cada 5 mujeres elige no tener hijos, contra 1 de cada 10 treinta años atrás. Más allá de las libertades individuales, las parejas DINK claman también los desarrollos de carrera y, con más cuestionamientos por parte de los sectores más tradicionales de la sociedad, “la convicción de sentirse plenos sin hijos”, según completa la licenciada Vieyra.

La doctora Tinelli va un paso más allá y afirma que “la salud sexual y reproductiva se basa en una situación de derechos: decidir cómo, cuándo, con quién tener hijos. Existen infinidad de parejas que postergan el deseo de tener hijos, mientras otras sólo deciden postergarlo.

En la mujer, la preocupación por si queda embarazada y no es su deseo puede interferir en su vida sexual.

En general, le preocupa la posibilidad de dolor físico, el pudor y el riesgo de embarazo. “Si se logra contrarrestar esa preocupación hay mayor goce”, explica Tinelli.

Aún hoy, los prejuicios existen: “Ante una pareja que no tiene hijos, algunos pensarán que no pueden, más que que no quieren”, agrega. Con la maternidad postergada, ante el deseo de permanecer sin hijos “hoy se aconseja anticoncepción dual (anticonceptivos orales más preservativo), sobre todo en parejas que recién se inician. La elección depende de la necesidad de la pareja, y de la aceptación. Lo mismo que para vencer a la rutina o para decidir seguir siendo sólo dos.

Sexo vs. cansancio: ¿Batalla perdida?

Si bien las parejas estables enfrentan varios ‘enemigos’ a la hora de mantener viva la llama de la pasión, no es menor que –más allá de la rutina-, los intensos estilos de vida de las mujeres actuales hacen casi imposible no sucumbir a la tentación de aminorar con la práctica sexual, con los consecuentes perjuicios que ésto acarrea para la vida en pareja.

Según un estudio realizado en septiembre pasado entre mujeres norteamericanas, una de cada tres sufre trastornos provocados por el cansancio, que le impiden disfrutar del sexo. Según un relevamiento, el 60% de las mujeres de ese país no descansan lo suficiente de manera habitual y hasta el 33% sacrifica las prácticas sexuales con su pareja por ese motivo.

«La falta de sueño afecta prácticamente a todos los aspectos de la ajetreada vida de las mujeres. Las pone nerviosas, las hace llegar tarde al trabajo o estar demasiado cansadas para practicar sexo, con las consecuencias previsibles que ésto acarrea para la vida en pareja», publicó el informe. 

Asimismo, los expertos destacaron que, además de la disminución en la práctica de las relaciones sexuales, las mujeres dedican menos tiempo a su vida social y familiar (39%), y dejan de preocuparse por su estado de salud y abandonan dietas equilibradas (37 por ciento).

Para los profesionales, «desplazar hábitos de vida saludables para tratar de conseguir más tiempo durante el día no es la solución». En otro sentido, destacaron que «las mujeres que pasan menos de siete horas en la cama son más propensas a quedarse dormidas durante el día, presentan síntomas de depresión y recurren a productos como la cafeína para intentar terminar la jornada».

Evitar la cafeína y las bebidas alcohólicas y finalizar cualquier tarea que no sea de ocio al menos tres horas antes de irse a la cama, son algunas de las recomendaciones para evadir la somnolencia. La vida sexual de las mujeres, aquí y allá, saldrá al menos favorecida.

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