Sofocos y menopausia

Sofocos y menopausia

Los sofocos son el signo más frecuente del ingreso a la menopausia. Es importante que la mujer conozca lo que sucede en su cuerpo y aprenda a controlar los factores que los precipitan, para así poder desarrollar sus tareas diarias con normalidad.

¿Cuáles son las causas de los sofocos en la menopausia?

Con la llegada de la menopausia se suceden varios cambios hormonales que pueden afectar el desarrollo de las tareas cotidianas. Uno de ellos es la aparición de síntomas vasomotores como los sofocos, malestar que padecen entre el 60% y el 80% de las mujeres mayores de 39 años.

Definir los sofocos resulta difícil, dado que no se presentan de la misma manera para todas.

Generalmente, se manifiestan como una súbita sensación de calor que surge en la zona del tórax y el cuello, para luego subir a la cara y expandirse al resto del cuerpo, acompañada por sudoración profusa y taquicardia.

Durante un período que suele comprender entre seis meses y dos años, aparecen espontáneamente con una duración que oscila entre los tres y los seis minutos, aunque también se ha reportado un número reducido de ocasiones en que llegaron a durar hasta media hora.

Se desconoce cuál es el factor que desencadena los sofocos. La única certeza es que se encuentra relacionado con las variaciones hormonales propias de la menopausia, que llevan a que el hipotálamo, regulador de la temperatura corporal, la frecuencia respiratoria y la sudoración, vea alteradas sus funciones.

Varias medidas pueden ser tenidas en cuenta para reducir los síntomas; por ejemplo: evitar el tabaco y los alimentos que predisponen (comidas picantes y estimulantes como el café y el alcohol), hidratarse constantemente, usar ropa cómoda y fresca, practicar ejercicios físicos y técnicas de relajación y evitar el calor y los cambios bruscos de temperatura. Si estas precauciones no resultan suficientes, existen tratamientos médicos hormonales y no hormonales para controlar los sofocos.

Es importante prestar atención a las señales y no perder de vista que, pese a las considerables molestias que impiden desarrollar la rutina diaria con normalidad, los sofocos son sólo un malestar transitorio que remite con el paso del tiempo y no representa una amenaza para la salud.

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